Obras e ilustraciones originales

 

“Voy a hablarte del tonal y del nagual”, dijo, y me dirigió una mirada penetrante. Ésta era la primera vez que utilizaba esos dos términos en mi presencia. Yo tenía una vaga familiaridad con ellos, gracias a la literatura antropológica sobre las culturas de México central. Sabía que el “tonal” era, según la creencia, una especie de espíritu guardián, generalmente un animal, que el niño obtenía al nacer y con el cual tenía lazos íntimos por el resto de su vida. “Nagual” era el nombre dado al animal en que los brujos, supuestamente, podían transformarse, o al brujo que efectuaba tal transformación. [...] Explicó que cada ser humano tenía dos facetas, dos entidades distintas, dos contrapartes, que entraban en funciones en el instante del nacimiento; una se llamaba “tonal” y la otra “nagual”. El nahualli es sabio, consejero, depositario [de conocimientos], sobrehumano, respetado, reverenciado, no puede ser burlado, no se le puede hacer daño, no hay levantamiento frente a él. El buen nahualli es depositario de algo, hay algo en su intimidad. Es conservador de las cosas, observador. Observa, conserva, auxilia. A nadie perjudica. El nahualli malvado es poseedor de hechizos, embrujador de la gente. Hace hechizos, hace girar el corazón de la gente, hace dar vueltas el rostro de la gente, invoca cosas [maléficas] en contra de la gente, obra contra la gente como tlacatecólotl, se burla de la gente, turba a la gente. (apud Aramoni Calderón, 1992: 367.) Como hemos visto, los conceptos de nagual y tonal son realmente ambiguos dentro de las creencias religiosas de los distintos grupos indígenas, e incluso mestizos. No obstante, en el texto de Carlos Castaneda aparece otra concepción totalmente diferente de las expuestas anteriormente; se encuentra principalmente en la segunda y tercera parte del cuarto libro (Castaneda, 1976: 161 ss.). El nagual de don Juan enuncia la “otra realidad”, en donde todo es posible; por ello “el nagual es la parte de nosotros para la cual no hay descripción: ni palabras, ni hombres, ni sensaciones, ni conocimiento” (Castaneda, 1976: 168). Debido a la ensoñación, uno puede teletransportarse rápidamente, transformarse, disfrazarse, “ver” los pensamientos y los sentimientos, desdoblarse, volar, etcétera, o sea, todo lo que se puede realizar en sueños (Castaneda, 1975: 7 ss.; 1976: 54 ss.). Así, el hombre de conocimiento busca tener albedrío en el mundo de los sueños y lograr con ello influir en nuestra realidad cotidiana. En cambio, el tonal sería la “descripción cotidiana del mundo”, una “visión del mundo” 

Tenemos el tótem o animal de poder tonal, que nos ayudará en nuestra vida diaria, a la ejecución de nuestras metas materiales y nuestra correcta manifestación en la vida terrenal.

Tenemos el tótem o animal de poder Nagual, que nos ayudará a expandir nuestra conciencia, ¡este es el objetivo final del chamanismo! Acceder a otras dimensiones de la conciencia. El Tótem Nagual nos ayudará a navegar por estos mundos desconocidos.

Tenemos los tótems o animales de poder referidos a cada chakra principal o puntos energéticos de nuestro cuerpo (7 en total), que nos ayudarán a mantener nuestro equilibrio y salud